Caminar por esta ciudad es navegar sobre el pasado. Entre callejones de fachadas que se besan. La primera vez que estuve comprendí por qué a otra ciudades que "flotan" le llaman "la Venecia de...". Allí, las veces que he estado, he vivido inolvidables experiencias, pero saber que en la Ciudad de Tintoretto vivió Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, es sobrecogedor.
Una de las veces recuerdo que me tropecé con un nutrido grupo, para la intimidad arquitectónica allí todo es grande, de jóvenes que no sé a que "tribu urbana" pertenecia; sólo su altura, pelo, cadenas, cuero y botas me sugerían una ligera idea, pero por suerte no vi ningún símbolo neonazi como ellos tampoco me vieron a mí.. Llevaban litronas y bultos y los atravesé con mi mochila y mis pulsaciones escondidas en ella.
Lo curioso de Venecia es que nunca, nunca, te pierdes: terminas en san Marcos o en el Vaporeto. Me dirigía a Los Jardines, donde se celebraba la 50 edición de la Bienal.
Por la tarde, de regreso al hotel, pequeño, austero pero en Venecia, escuché el sonido de una flauta y violines callejeando como yo. Al doblar una esquina vi a aquel grupo con el que me crucé por la mañana. Estaban sentados en el suelo echando a volar aquella música que me transportó a otra época más allá de la región de Veneto.
Aquella noche me dormí pensando en Miguel Ángel, en Leonardo, en los prejuicios.