Una endorfina que nos permite estar atentos ante enemigos y peligros. Llega al cerebro, para quienes lo tenemos, vía suprarrenal y no en blister.
Ponerte de espaldas a una pared de roca de 40 metros, después de haber bajado varias de 7 o 10, barranco abajo, es un chute indescripible para un novato.
Y no deja mono.