Tiene 89 años, 40 más que yo. Disfruto estar a su lado los Domingos que me toca y hoy ha sido uno de esos en los que me acosté junto a ella y me quedé dormido. Le amputaron las piernas, pero no su mente y me encanta escucharle. Le gusta que la escuchen.
Siempre me recita un romance hermoso que fluye palabra a palabra, frase a frase. Y parece que lo oigo por primera vez cada domingo.
Luego nos hicimos una foto para el documental.
Es mucho.