miércoles, 9 de julio de 2014
¡Sí señora Maryl Streep...sí!
"Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos. No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío. No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible. En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición. No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar. Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales"
domingo, 6 de julio de 2014
Ojito con las acusaciones con conocimiento de su falsedad
Acostumbrados desde que cruzábamos el Mississippi todas las noches al trapicheo de falacias entre, por entonces, marionetas de la farándula se produjo un colapso en los juzgados por "querellas" fundamentadas en hechos más normales de un patio de recreo que de actos susceptibles de llevar a trámite. Luego llegaron las sorpresas, cuando había que pagar costas y la ofensiva del denunciado o denunciada. Y ya todo quedó en palabras vacuas entre quienes tuvieron sus 15 minutos de gloria (Andy).
Cuando te llega el rumor de que tienen contra ti información, obviamente falsa, con la que te van a llevar a los juzgados debes, primero (y después de esbozar una sonrisa) poner en conocimiento de tu representante legal los hechos y luego esperar la notificación (como agua de mayo). A partir de ahí todo irá sobre ruedas porque es cuando saldrán a relucir las verdades, las cuales complicará y mucho a quien te ha imputado la comisión de un delito penal sabiendo que la denuncia falta a la verdad (en 2013 casi a mil personas les cayó la del pulpo por inventarse hechos ilícitos falsos)
Sólo puede denunciar quien puede, no quien quiere.
Cuando te llega el rumor de que tienen contra ti información, obviamente falsa, con la que te van a llevar a los juzgados debes, primero (y después de esbozar una sonrisa) poner en conocimiento de tu representante legal los hechos y luego esperar la notificación (como agua de mayo). A partir de ahí todo irá sobre ruedas porque es cuando saldrán a relucir las verdades, las cuales complicará y mucho a quien te ha imputado la comisión de un delito penal sabiendo que la denuncia falta a la verdad (en 2013 casi a mil personas les cayó la del pulpo por inventarse hechos ilícitos falsos)
Sólo puede denunciar quien puede, no quien quiere.
sábado, 5 de julio de 2014
¡¡Contarla porque se ha vivido y se vive!!
Y aquí me veo celebrando el día de la república como tocaba cada semana santa en Güigüi (Gran Canaria. Islas Canarias).
Pronto llegaría (hostias, con la misma ropa y un par de calzoncillos) el verano y mi encuentro con Zimerman.
Dylan, yo y nuestra adicción a la nicotina
1984 otra escapada a España: iba a por Bob Dylan. Mochila de ésas que se clavaban a las caderas y el cielo de Madrid detrás del humo. Yo fumaba por entonces y en la pensión no podía hacerlo. Me levanté temprano y bajé hasta la Castellana desde Cuatro Caminos (cosas de la vida, me quedaba en la calle Los Artistas) y de allí pateo, pateo, hasta la estación de Chamartín.
En un kiosko de la glorieta de Cuatro Caminos, donde acababa un horrible escalextric (ya desmontado) pedí fuego a un señor extranjero de cuarenta y pocos (qué raro, ahora tengo 49 años y no me gusta ser un señor). Me pasó su cigarro después de tirar la ceniza y yo apuré a encender el mío. Cuando se lo devolví me di cuenta de que era él, el puto Dylan. Me devolvió un gesto a mis, creo que logré decirlas, gracias y siguió caminando.
El concierto, uno más: sin bis y hasta luego (Dylan, ¿quién si no?). La mañana del día anterior con sabor a porras y café con leche fue inolvidable: encendí mi primer cigarro del día con la poesía de Bob Dylan.
Ahí es nada
En un kiosko de la glorieta de Cuatro Caminos, donde acababa un horrible escalextric (ya desmontado) pedí fuego a un señor extranjero de cuarenta y pocos (qué raro, ahora tengo 49 años y no me gusta ser un señor). Me pasó su cigarro después de tirar la ceniza y yo apuré a encender el mío. Cuando se lo devolví me di cuenta de que era él, el puto Dylan. Me devolvió un gesto a mis, creo que logré decirlas, gracias y siguió caminando.
El concierto, uno más: sin bis y hasta luego (Dylan, ¿quién si no?). La mañana del día anterior con sabor a porras y café con leche fue inolvidable: encendí mi primer cigarro del día con la poesía de Bob Dylan.
Ahí es nada
viernes, 4 de julio de 2014
Las últimas tintas...
Quién me lo iba a decir, yo con cincuenta y él con uno y algo menos, y seguimos juntos como cuando éramos niños. Pensándolo bien, no hemos dejado de ser hermanos jamás. Como decía nuestro padre, somos las "últimas tintas de Lolita", nuestra madre. Gracias mami.
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