domingo, 31 de mayo de 2015
"Un buen mecanógrafo no se mide solamente..."
Desde la segunda planta, los teclados rompían el silencio de aquel callejón que olía a adelfas. Era la Academia de Lolita Verona. Mi hermano Roque y yo dejábamos nuestras bicis tiradas en la entrada, donde ahora dejamos nuestros coches y subíamos a ver a las chicas (es lo que tiene los 9 años). Al fondo, mi madre dictaba a quienes ya se acercaban a las 300 pulsaciones por minuto. Nuestro padre leía en la mesa o preparaba el manuscrito de algún artículo. Nadie levantaba la cabeza del libro, nadie miraba el teclado. Y cuando subo como este último domingo de mayo a esa planta, siento lo mismo que entonces... porque aún, aún en cada hueco dormido de sus paredes se esconden las palabras dictadas, los consejos de mi madre, las sonrisas dormidas de aquella Academia a la que tanto debemos.
martes, 5 de mayo de 2015
25 años, 25
MEDIA VIDA YA. La mitad justa de mi existencia, 25 años, hace este año que mi sueño, la de aquel adolescente que pintó un corazón inmenso en las paredes de la primera unidad de Hemodinámica en el Hospital Ntra. Sra. del Pino. De aquel joven que ilustraba los trabajos de su hermana enfermera, en los 80, impulsora de la docencia en enfermería (la misma década que se despidió de mí para siempre) y que hoy un aula de Docencia en el Hospital Universitario de Gran Canaria lleva su nombre. Cuando imparto una charla ese aula me siento tan cómodo que todo fluye allí dentro. Jamás pensé que mi sueño, cuando ojeaba los libros de Frank Netter, se hiciera realidad y ya he dedicado en cuerpo y alma 25 vueltas al sol en mi profesión. Una profesión que me ha dado conocimientos y ni un segundo de hastío; al contrario. En la actualidad, mi actividad profesional es tan variada que soy inmensamente feliz en cada una de ellas: dibujando por qué se produce la Proteinuria, donde una célula es un universo, paso a paso o impartiendo clases sobre metodología de la divulgación científica en imágenes. Diseñando un cartel para unas jornadas médicas o tutorizando a estudiantes de Ilustración que eligen la Unidad para las prácticas. Hay tanto que escribir, tanto que decir, que si me preguntan con qué me quedaría...de entrada con el primer día que me vi impartiendo charlas en la Complutense de Madrid y, por supuesto, con toda esa gente buena que he conocido, conozco, y que no hay bytes para nombrarlas.
Siempre digo que no tiene precio llevarte bien con tus compañeros de trabajo (somos tres) y disfrutarlo no hay con qué pagarlo. 25 años, que no es poco.
Gracias Ángeles.
Siempre digo que no tiene precio llevarte bien con tus compañeros de trabajo (somos tres) y disfrutarlo no hay con qué pagarlo. 25 años, que no es poco.
Gracias Ángeles.
Jesús Hermida
Faltaba muchos años para que aquel aparato milagroso, ahora tan común como una lavadora, llegara a mi casa; de hecho no llegó hasta 1974 cuando yo contaba con 10 años. Mirándolo en la actualidad puede que ser pobre tuviera sus ventajas viendo lo que vemos y veía lo que se veía: una cadena al servicio del Régimen. Suelo comer con mis mejores amigos, por separado y según se tercie, una vez al mes. Uno de ellos con el que tanto he vivido y reído ¿para qué más? hace meses me contó cómo vivió la llegada a la luna. Su padre, panadero que llevó el calor y el olor del horno pegado a su existencia, sacó el televisor, grande, revestido de formica y con un celofán azul para imitar el color pegado a la pantalla (vivíamos en blanco y negro), a la terraza frente a su casa. La noche era clara y veían la luna colgada en un cielo como el celofán un julio de 1969. Los vecinos se acercaron con su sillas y poco después de la una de la madrugada, un periodista español, un corresponsal en un país lejano, lo retransmitía como si el primer paso para la humanidad los estuviese dando él. Mi amigo, un niño de 7 años por entonces, me contó cómo alguien que seguía la emisión miró hacia la luna y dijo "¡pero cómo pueden estar ahí ahora y nosotros viéndolo aquí!" y todos levantaron la vista.
Jesús Hermida no sólo pasó a la historia por aquel momento hoy inútil y caro...no, tenía algo que enganchaba (¿histrionismo?), que atraía (¿su forma de acompañar sus palabras con la cabeza?) que le hacía ser eso que todo ser humano, al menos los inteligentes, quieren ser: ellos mismos. Adiós maestro de periodistas, adiós presentador especial que habló a través del espacio.
miércoles, 29 de abril de 2015
Ser Padres no es sólo una revista
Cuando conoces a determinadas personas cuya existencia no te aporta nada, muchas, te apartas y sigues tu camino. Pero hay otras que, a base de su propia experiencia vital, van adquiriendo por mimetismo la capacidad de engañar de tal forma que si no llevas un sistema de grabación sofisticado, nadie te creer de lo que son capaces. Cuando los especialistas y responsables (y un hermano mío testigo) vieron el vídeo en el que le desearon la muerte a mi hijo de dos años, boquiabiertos nadie se atrevió a decir que fue un momento de "arrebato" en una discusión (...) porque jamás, nunca, lo habían ni escuchado ni imaginado. Eso me costó, lo confieso, años de intranquilidad a pesar de que se activó el protocolo de seguridad reglamentario en estos casos durante un periodo de dos años (vigilancia expresa en lugar y horario público coincidente).
Reconozco que su envidia me marcó porque lo tenía premeditado, maliciosamente programado. No fue un exabrupto inconsciente, me dijeron tras tener que declarar y dar datos de la persona (trámite para activar el protocolo de seguridad).
Cuando termino de leerle un cuento a mi hijo y le veo dormido me asalta aquel momento por un instante efímero, después de 4 años, y vuelvo a tener miedo por él. Y, joder, reconozco que logró hacerme daño porque nosotros sí disfrutamos de nuestro hijo.
Reconozco que su envidia me marcó porque lo tenía premeditado, maliciosamente programado. No fue un exabrupto inconsciente, me dijeron tras tener que declarar y dar datos de la persona (trámite para activar el protocolo de seguridad).
Cuando termino de leerle un cuento a mi hijo y le veo dormido me asalta aquel momento por un instante efímero, después de 4 años, y vuelvo a tener miedo por él. Y, joder, reconozco que logró hacerme daño porque nosotros sí disfrutamos de nuestro hijo.
jueves, 9 de abril de 2015
Aquella roca dormida
Muchas tardes bajábamos a la playa de El Burrero. Era un recorrido de tres kilómetros, a pié, que nos parecía un viaje. Aquella roca atestada de gritos y saltos en verano era una fortaleza salobre cuando lograbas llegar hasta ella a nado. Allí se encontraba la felicidad a pesar de las privaciones de nuestra infancia. Y allí me quedaba a veces solo. Sentado tiritando de un frío mitigado por el último calor del ocaso, mirando un mar convertido en espejo. Mi hermano me gritaba desde la playa y las montañas derramaban sus sombras sobre la arena: era hora de regresar.
Nuestra madre nos preparaba un bocadillo de mantequilla, ya en casa, y el salitre hacía que mi mente siguiera allá abajo, en la Aguaisa, la roca egregia de la playa.
Nuestra madre nos preparaba un bocadillo de mantequilla, ya en casa, y el salitre hacía que mi mente siguiera allá abajo, en la Aguaisa, la roca egregia de la playa.
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