domingo, 1 de noviembre de 2015

Realidad virtual, nanotecnología y futuro.

A principios de 1989 mi vida se enfrió pero no se detuvo pues en marzo del mismo año tuve que desplazarme a Madrid para recibir un curso de animación 3D y, luego, realizar un documental sobre la implantación de las primeras endoprótesis aórticas.  El frío de mi alma me mantuvo caliente con el que hace en Madrid en esas fechas.

Todo era muy rudimentario, comparado con hoy, y muy difícil pues era pura programación y mi función era la de dirigir a los programadores con mi storyboard bien claro y aprendido; pero se pudo terminar y presentar en directo meses después en varias Universidades Latinoamericanas vía videoconferencia.  Esto último una revolución tecnológica que, miren qué cosas, hoy hacemos con nuestros smartphones.  Cuando echo un vistazo al videoclip buscando archivos en los discos externos y me tropiezo con él, no puedo evitar esbozar una sonrisa si la comparo con lo que a posteriori, en otros cursos de especialización en animación aprendí en la misma ciudad. Pero fue la primera cuando el CAD sonaba a...., ni siquiera sonaba.  Vi las posibilidades de la realidad virtual hace 26 años y ya  en la actualidad existen algunas y otras están en fase de creación.

Este agosto en una cafetería en un agradable parque cerca del Charles Pompidou, conversaba con un bioquímico de la nanotecnología y ambos, yo como responsable de hacer llegar a la comunidad científica sus conceptos en forma de imagen, vimos el futuro con una envidia sana indescriptible. Soy curioso en mi trabajo ( Prefiero que mi mente se abra movida por la curiosidad a que se cierre movida por la convicción -Gerry Spence-) y le dije, creo que más bien le afirmé, ¡¿podemos, un plural mayestático claro, enviar moléculas modificadas o creadas en busca de proteínas, ésas que ya han sido marcadas previamente porque mutarán erráticamente y "desactivar" los receptores que "engañarán" a otras moléculas las cuales no deben unirse a ellas!? y me dijo que sí. Es más, proseguí puestos a soñar, podremos predecir qué células no querrán seguir el curso natural, su muerte, y "obligarles" a que mueran y no se transformen...porque tiene que haber apoptosis celular para que haya vida.  Así es, me dijo en aquel café con nombre inglés en pleno París.

Joder, qué de puta madre, dije, pensando en mi hijo y su generación.

Clickea en el enlace..."ya están aquí"
http://www.elmundo.es/salud/2000/383/00658.html

PD: Muchas veces he pensado si el mal no está puesto en el Universo como un tema de trabajo y un incentivo a nuestra curiosidad. Santiago Ramón y Cajal.


miércoles, 21 de octubre de 2015

A LOS VERDUGOS SE LES CONOCE SIEMPRE: TIENEN CARA DE MIEDO.

 Lo que más incomoda (por no decir jode) de los existencialistas (yo de Sartre, por supuesto) es que lo podamos llevar sin transformarnos en William Fosters (alquilen "Falling Down") sobre todo en los tiempos que corren. Ayer me quedé una hora y media a 3 kilómetros de mi casa no porque lloviera si no porque la incompetencia de los responsables políticos de limpiar los barrancos y los badenes que evacuan las aguas torrenciales sigue presente desde que conduzco por la misma autopista desde 1986. La gente se desesperaba, se cabreaba, vociferaba dentro de sus coches mientras yo, escuchando a Fito y los Fitipaldi ("No voy a sentirme mal / si algo no me sale bien he aprendido a derrapar / y a chocar con la pared /que la vida se nos va /como el humo de ese tren /como un beso en un portal antes de que cuente 10....) con ganas de ver a mi hijo y mi chica antes de que se fuera a baloncesto ( yo a su edad corría descalzo por barrancos con olor a tabaibas y tuneras a esa hora).  Sólo el existencialismo te permite, más allá de cualquier otra convicción, llegar a ese punto en el que comprendes profundamente la condición humana porque allí yo no iba a solucionar nada puesto que aquello era parte de esos hombres y mujeres incompetentes por el conjunto de sus actos y no de la Naturaleza. Llovía de cojones y pensaba mientras muchos se desesperaban en sus medios de transportes individuales y calentitos, cómo miles de mujeres hombres y niños, cruzaban un río helado sin más posesión que su existencia para llegar Hungría, uno de los países que les prohíbe la entrada después de partir desde Siria, Afganistáno o Irak con el sueño de llegar al país donde se estrenó el requiem más importante de la historia. Me identifico con la humanidad y que me venga a la mente aquel niño muerto escupido en la arena por Europa me da ganas de subirme sobre mi híbrido (a boca llena lo digo para que se enteren los que fabrican los coches que surgieron de las fábricas de Hitler) y gritar bajo una lluvia cálida ¡¡¡cerdos dirigentes europeos!! pero mejor relajarse y esperar, al fin y al cabo a toda cerda o cerdo le llegará su San Benito.

El sueño europeo nunca va a llegar a la fase REM; se ha quedado en la primera: donde no hay cabida para los sueños.

viernes, 16 de octubre de 2015

Premios sorprendentes y muerte diaria

Son las 6:10 de la mañana y ya saben: 10 minutos de café y noticias (por cierto, fuera llueve serenito). La cafeína me estimula en 3 segundos y la información que me llega sigue con su dicotomía habitual. Las primeras hacen que el café hoy sepa "más mejor", que dice mi hijo, de entrada: dos mujeres han sido premiadas. Una con el Planeta por su novela "Hombres desnudos" y la otra, de China, con el Nobel de Medicina por su contribución con las medicinas naturales contra la malaria. Lo único que empaña estas dos noticias es que para muchos (para mí por ejemplo) sea motivo de doble alegría por ser mujeres; lo que significa que el machismo sigue copando todas los huecos de las Ciencias y las Artes impunemente. Pero me dura poco la satisfacción porque llegaron las de actualidad, las cuales las siguen encabezando el éxodo ya sólo precedido por el de la segunda guerra mundial. Europa juega con quienes huyen de la muerte como material de intercambio con Turquía. No sólo les darán miles de millones de euros si se quedan con ellos (sic), procedan de donde procedan, si no que probablemente acceda a muchas reivindicaciones que este país dictatorial exige por quedarse como si fueran ¡yo qué sé!, juguetes que a saber dónde "almacenarán". La miseria humana no está sólo en las barcazas con bebés ahogados, está en los despachos. Terminan esta sección con las declaraciones de un presunto ser humano, el arzobispo de Valencia, que arremete con la tranquilidad que les enseñan como un mantra a "los hombres de dios" (no, no hay mujeres de dios oficiales) contra los inmigrantes a los que se atreve a calificar de "que no son trigo limpio y que no todos huye n de las persecuciones". Un primer plano de su anillo de oro mientras se tocaba una cruz inmensa de plata que colgaba sobre su pecho, me amargó el café. Ni la lluvia serena me calmó el alma.

Boulevard

De adolescente leí una novela, sin duda imprescindible, de Henry Miller: un Neoyorquino que logró convulsionarme intelectual y hormonalmente. "Días tranquilos en Clichy" no se desarrolla en la ciudad de los rascacielos si no en el barrio donde Vincent se abrigaba su barba pelirroja impregnada en plomo. Su lectura logró que me prometiera visitar no sólo esa ciudad si no ese lugar. He estado muchas veces en París y como norma me pierdo por las calle del Boulevard del Molino Rojo para terminar siempre arriba...en Montmartre.


jueves, 8 de octubre de 2015

La Familia y la Desgracia de no ser justos

Hoy conceden el Nobel de Literatura. Cuando leí "DESGRACIA" de Coetzee, como yo, pocos presagiaban que 3 años después sería Nobel de Literatura (2003). Como sospechamos que Cela es de los pocos que lo obtuvieron por una novela, LA FAMILIA de Pascual Duarte, más que por su obra, eso sí: única y quizá la madre del realismo mágico mucho antes de que naciera en latinoamérica. Y hoy está en la lista otra vez el "hijo de Whitman", el que sabe dónde están las respuestas y más famoso que Jesucristo: Bob Dylan. Para mí sería una desgracia que no se lo concedieran; eso sí: una desgracia pasajera, por suerte.

Tienen que ser JUSTOS con una generación.